Nuevos retos y desafíos para el pueblo dominicano; acrecienta la necesidad de un liderazgo político con experiencia y capacidad.

En estos momentos, atravesamos por una gran crisis sanitaria, que no solo se limita a afectar la salud, la nocividad de sus efectos se extiende a todos los aspectos de la vida humana. Por consiguiente; el futuro del pueblo dominicano dependerá, de lo experimentada que sea quien presida la nueva gestión; su pericia nos salvará, su ineptitud o inexperiencia nos condenará.

En los últimos meses, hemos vivido momentos de pánico y ansiedad a nivel mundial, el coronavirus alteró de manera drástica la cotidianeidad de la vida humana, al extremo de interrumpir parcialmente o en su totalidad las principales actividades de los países afectados.

En el caso particular de la República Dominicana, el virus provocó la suspensión de más de un millón de empleados del sector privado y la inactividad de los trabajadores pertenecientes al sector productivo informal, que hasta el 2017 eran 2,653,006, según el Centro Regional de Estrategias Económicas (CREES). De igual forma, la interrupción de la docencia en modalidad presencial a 2,152,239 alumnos de escuelas públicas; 660,348 de colegios privados y a más de 600,000 estudiantes que cursan estudios superiores.

A esto, el ejercicio pleno de la política no escapa. La noche del 17 de marzo, el presidente de la República anunció, un catálogo de medidas orientadas a contrarrestar el avance del patógeno, entre ellas la suspensión de todas las actividades que propicien el cúmulo de personas y la aglomeración. Esta disposición erigió un gran desafío; en un país en el que los mítines, caravanas y concentraciones masivas, conforman el menú de las campañas electorales.

Pero la pandemia no solo modificó el esquema de hacer política, también impactó en el posicionamiento de los candidatos y la aceptación popular de sus ofertas electorales, colocando como prioridad frente a las demás, la capacidad para superar crisis y la experiencia.

En la actualidad, la nominación presidencial dominicana se debate principalmente entre tres candidatos, el exministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), Gonzalo Castillo; por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el empresario, Luis Abinader; por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el expresidente Leonel Fernández; por el partido Fuerza del Pueblo (FP).

Gonzalo Castillo, quien por las riquezas que ostentan sus empresas se pudiera considerar como un “prospero” empresario, se ha dado a conocer; por su incapacidad para coordinar ideas, las incoherencias de sus discursos y el asomo de torpeza frecuente en sus declaraciones; que en ocasiones han llevado a expertos a afirmar, que existe una gran posibilidad de que actualmente padezca algún tipo de trastorno. Esto nos empuja inevitablemente a cuestionar, si la prosperidad que exhiben sus empresas, se debe a una gran capacidad gerencial y de negocios, o al tráfico de influencia, malversación y dilapidación de fondos públicos. Su marcada ineptitud, nos hace controvertir sobre si con tales carencias se pudiera liderar una gestión de gobierno a la altura de los retos y desafíos que en estos momentos nuestro país enfrenta.

Luis Abinader, es un empresario que proviene del seno de una acaudalada familia, dedicada a la política y a los negocios, su progenitor, José Rafael Abinader Wasaf, fue vicepresidente del PRD. Abinader hijo; ha sido candidato vicepresidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para las elecciones del 2012 y candidato presidencial por el PRM para el 2016 y el 2020. No obstante, a haber sido 3 veces candidato a cargos de elección popular, no posee ningún tipo de experiencia de estado, ni de solución de crisis. Sus propuestas que si bien es cierto no son protagonizadas por la torpeza, no menos cierto es que en su mayoría son insostenible y muchas veces imposible de ejecutar, evidenciando desconocimiento de vitales temas que atañen al estado.

Leonel Fernández Reyna, ha dirigido los destinos de la nación en tres ocasiones, solventando grandes retos y significativas adversidades, el mismo número de veces.

Crisis enfrentadas por Leonel Fernández.

El 16 de agosto del 1996, Leonel Fernández asume por vez primera la presidencia de la República, 37 días después; el 22 de septiembre, el territorio nacional es impactado por uno de los de los desastres naturales de mayor trascendencia, el huracán George, que con vientos que superaban los 200 Km/H, causó perjuicios materiales por un aproximado de 33 mil millones de pesos. No obstante, a tan enorme perdida, el PIB de esa temporada finalizó con un crecimiento de 6.0% y un 8.9% el siguiente año.

Tiempo después, se produce la gran crisis bancaria del 2003, provocada por graves violaciones a la legislación financiera. Sus efectos funestos no se hicieron esperar, cerrando el año con un resultado negativo de -1.3% en el PIB, respecto al año anterior, que es el mayor descrecimiento económico registrado desde el 1991 hasta la fecha.

Sin embargo, en el 2004; Leonel Fernández ostenta un nuevo mandato presidencial y de inmediato pone en ejecución un conjunto de disposiciones de corte económico, que mitigaron notablemente los efectos de la crisis financiera, con tal efectividad que el PIB en el año 2004 concluyó con un balance positivo de 2.6% y de 9.4% en el año 2005.

4 años más tarde, en el 2008; el mundo se encontraba sumergido en un abismo económico, producto de la Crisis Financiera Internacional, también conocida como «Gran Recesión», que menoscabó respecto al año anterior, el PIB de países como Estados Unidos (-0.1) y Japón (-1.0). En cambio, para la misma fecha la República Dominicana experimentó un crecimiento del 5.7% de su producto interno bruto (PIB).

En plena crisis internacional, la República Dominicana experimentó crecimiento y progreso.