Por Domingo Ramirez
La mejor muestra de que la República Dominicana ha salido de la pobreza y la miseria ancestral en las que nos han mantenido nuestra clase política y económica por los siglos de los siglos, tal y como afirmará en un momento el excelentísimo presidente dominicano, el lic. Danilo Medina Sánchez, lo representa el reparto como cada año de las jodidas cajitas navideñas.
Que espectáculo tan dantesco, triste, penoso, vergonzoso, ruin, abusivo y denigrante el que ocurre con esa diablura, que vergüenza que en pleno siglo XXI, los dominicanos que tributamos impuestos tengamos que ser testigos de esa acción antihumana.
Que pena, que el Estado dominicano se haya convertido en un Estado delincuente, propiciador de la corrupción en todos los niveles institucionales, incapaz de diseñar y ejecutar políticas públicas que contribuyan al desarrollo social, político, cultural, económico y humano de los ciudadanos dominicanos de buena voluntad que habitamos esta media isla.
Que infame, que ignominia que algunos desarmados que se dedican a la actividad política, la misma actividad que nuestro padre fundador (General Juan Pablo Duarte y Diez), considerará como la más pura después de la filosofía, la usen como mecanismo de sumisión social en contra de los menos favorecidos y de los más vulnerables.
Cuanta vergüenza debe sentirse al ver ciertos personajes utilizando como carne de cañón a los que no tienen voz. Esta es una sociedad de pan y circo, igualito como ocurría en la antigua Roma.
Gracias a Dios existen las redes sociales, a través de las cuales el ciudadano común se empodera de los diferentes procesos sociales y a la vez se convierte en un celador, vigilante y controlador del mal funcionario.
No me cabe la menor duda, de que el Estado tiene los mecanismos suficientes como para distribuir adecuadamente las míseras reacciones alimenticias, pero la intención es mantener a la gente humilde arrodillada frente al malvado, abusador y opresor gobierno.
En cualquier nación mínimamente organizada, que se respete, con los penosos casos que hemos presenciado, la directora del Plan Social de la Presidencia, Iris Guaba debió estar destituida y quienes hayan sido responsables de sacar las malditas cajitas para pasarla de un camión a otro, sometidos a la acción de la justicia y cancelados de sus puestos públicos, si fuese necesario.
Pero como este es un país de miserables, de funcionarios indolentes y que quienes nos dirigen carecen de todo tipo dignidad, no pasará absolutamente nada.
En esta nación de Macondo, na e’ na, como el dice el poeta.